lunes, 22 de junio de 2009

VITRINAS GUADALUPANAS (Segunda Parte)

La inclusión del otro

En el mercado Morelos hay un grupo que indígenas que se dedican a la venta de frutas y verduras, producto que se da en sus lugares de origen. La mayoría son mujeres, sin embargo trabajan en familias. Así mientras la mujer se queda a vender, el hombre regresa a su pueblo por más producto. Estas personas a las que los sahuayenses comúnmente llaman “indias” o “Marías”, no tienen un local establecido en el inmueble del mercado. Su lugar de venta es un cajón y suelen ubicarse en las esquinas del mercado o en la banqueta del mismo. Los vendedores provienen de Peribán, Cherán, Tapacuaro, Uruapan, entre otras comunidades michoacanas. Entre los productos que venden se encuentran principalmente aguacates. Ofrecen también duraznos, chayotes, mísperos y changungas. Estas últimas son frutas parecidas a las cerezas pero de color amarillento y marrón, características de Uruapan, Michoacán. La forma de presentarse de éstos en la peregrinación ha cambiado con el tiempo, ahora se presenta un grupo de mujeres vestidas con sus trajes típicos purépechas y algunas frutas en canastos pequeños. Justo detrás del grupo de mujeres, se presentó uno de hombres. Éstos llevaban música que acompañaba la tradicional “Danza de los Viejitos” y vestían el atuendo típico del danzante: máscara, sombrero adornado con listones, un bordón, huaraches con suela de madera y camisa y calzón de manta. Aunque en la peregrinación se les reconoce como miembros de la sociedad sahuayense, ellos muestran un poco de su cultura originaria, sin perder algunos elementos de la misma. Así, los vendedores indígenas se dejan ver ante la sociedad como individuos diferentes al resto, identificados aún por sus costumbres dentro de una cultura ideológicamente distinta a la propia, pero de la que no pueden evitar formar parte. Cuando la peregrinación termina, la gente espera ver el carro alegórico lleno de luces y adornos. Para el final de la peregrinación el sol ya ha caído.
Eventos religiosos en Sahuayo hay muchos, pero siempre en cada uno encontraremos una serie de particularidades de verdad interesantes. La organización que la sociedad presenta para las peregrinaciones guadalupanas es sorprendente. Tienen registrado cada detalle y ordenamiento del contingente. Al parecer este evento hace que la iglesia, el gobierno y otras instituciones trabajen en conjunto para construir estos espacios de reconocimiento social. Las acciones están donde vayamos, la cultura estará donde observemos, dinámica por naturaleza.

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