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sábado, 29 de agosto de 2009

Aquel que lucha con monstruos

(Parte 1)

En la obscuridad de la noche y en la penumbra de los cuartos vecinos, se mueve media docena de molestos y zumbadores insectos hematófagos. Pequeños seres alados cuya existencia resulta tan molesta que ha sido creada toda una cultura del exterminio alrededor suyo. Sabemos que pueden ser transmisores de 3 enfermedades distintas, pero ese zumbido tan peculiar varias veces provoca una reacción en los sanos, que hace retorcernos y movernos como locos en nuestras camas, cual si estuviéramos realmente enfermos.

Otras veces sus ataques son tan constantes que hace que deseemos estar enfermos de alguna cosa seria y que nos internen en un hospital, cuya comida seguramente no será buena y las sábanas de nuestra cama serán duras como el cartón, pero que no habrá mosquitos y por una noche, dormir en paz. Aquel que lucha con monstruos, también debe soportar las intenciones del insecto minero que amenaza con convertir nuestra piel en un simulacro de la superficie de la luna.

(Parte 2)

Si bien, un mosquito no es un insecto de tamaño notable, podríamos decir que se trata de un animal de caza mayor y que las habilidades para el que se avoque a tal empresa deben ser proverbiales, sobre todo contar con una mano ágil capaz de asestar golpes fuertes y certeros en el lugar en que reposa el odiado mosquito o dar una palmada lo bastante rápida como para evitar que prosiga su huida. Se debe utilizar el sentido del oído con bastante fineza para establecer su ubicación respecto a nosotros en el cuarto, habitación, sala, comedor o lugar en donde nos dispongamos a descansar.

La vista es importante, al ser un animal (sí, el mosquito es un animal) muy pequeño, debemos tener un par de ojos carentes de defectos que nos permitan ubicar su elusivo movimiento. Llega entonces el momento del ritual; con playera, toalla, sábana o calcetín en mano nos acercamos sigilosamente para que no sea percibida nuestra presencia, estiramos nuestra arma predilecta, afinamos puntería y ¡ZAS! Con una ráfaga cinética borramos de la existencia a nuestro enemigo.

(Parte 3)

En ciertas casas es necesario un ritual posterior a la cena y a la ducha e inmediatamente anterior al momento de dormir, en este ritual se desarrolla la etapa de cacería antes mencionada, se busca y se da fin a la especie contrincante a la menor provocación, sea un sonido, un piquete o el mero avistamiento del espécimen en un vuelo pronto a concluir o reposando adherido en la pared, disfrutando lo que serán sus últimos momentos de vida, hecho que él desconoce por completo.

Los caballeros de la playera en mano, las damiselas convertidas en amazonas del insecticida, entablan una lucha que se puede prolongar hasta casi los tres cuartos de hora, una pequeña depredación. Más de dos veces he sido testigo de un irónico suceso; al intentar escapar de nuestro veneno o nuestros golpes, el mosquito cae en la trampa puesta por la araña, un enemigo igual de natural pero más antiguo que el hombre. La evolución termina por imponerse, al menos por esta noche.

jueves, 27 de agosto de 2009

Sobre las cifras y el ser adulto.

En su magna obra “El principito” Antoine de Saint-Exupèry, nos expone un punto de vista bastante curioso acerca de lo que significa ser adulto, y atina en su totalidad al decir que la relevancia de los números y el pase por alto de la importancia que pueden tener otro tipo de datos es lo que nos hace ser adultos. Dice Saint-Exupèry en un pasaje de su obra;

“A los mayores les encantan las cifras. Si les hablas de un nuevo amigo tuyo no te preguntarán cosas importantes como cuál es el timbre de su voz, los juegos que más le agradan, si tiene una colección de mariposas. Sino que más bien preguntan cosas como la edad, la altura, el peso o el salario de su padre.

Si dices a los mayores ‘he visto una bonita casa de ladrillos, con geranios en las ventanas y palomas en el tejado…’ no conseguirán imaginarse esa casa, hay que decirles ‘he visto una casa de cien mil francos’ entonces ellos exclamarán ‘¡Que fabuloso!’”
Una de las peculiaridades de ser adulto, o ser mayor es esa, la preocupación por las cifras, desde el número de alumnos inscritos en la misma escuela a los índices del precio del petróleo son elementos medidos en números y cuya importancia debe ser capaz de entender cualquier mayor de edad.

Desde la comodidad de este espacio cibernético, que aunque sólo abarca 32% de tu monitor, que tiene una cuota de entrada de apenas el 1% de los blogs populares, que existe desde el segundo mes del presente año que viene a ser el número 2009 según el calendario gregoriano, y cuya cifra de entradas apenas supera las 30, te invito querido lector a olvidar las cifras anteriores y darte cuenta que las cosas más banales, cuyo valor no se da por lo que son sino por lo que representan, esas cosas que acostumbramos medir con números son realmente, las más prescindibles. ¿Uno realmente necesita saber el número de muertos que produjo la última guerra para saber que sus motivos estuvieron siempre equivocados? ¿Es atinado decir que alguien que ha leído cientos de libros, es un sabio? ¿Una persona que tiene 5 de esto es mejor que una que sólo tiene 4 pero aparte tiene 2 de lo otro?

Aunque existen números importantes, como el número de teléfono de mamá, el número de la casa de los hermanos o el código postal de la persona amada, estos números no nos ayudan a medir nada. Sería absurdo pensar que queremos más a alguien sólo porque su domicilio termina en nuestro número de la suerte, o que es más importante fulanito porque su número de teléfono tiene un 4 un 7 o un 9.

La invitación está abierta, no para abandonar los números, que a veces pueden ser importantes. Sino para hacer a un lado esa visión de las cosas en las que las cifras marcan una pauta moral, por ejemplo un carro que cuesta un millón de pesos debe ser una magnífica pieza de ingeniería pero una enfermedad que ha cobrado un millón de vidas es una catástrofe. Medir el mundo mediante números no es muy sano, cuando camines por la calle o voltees a otra parte en esta misma sala, en ese mismo espacio o en la misma ventana del monitor, verás qué tanto de razón tenía el autor de El Principito y si es bueno que en un futuro no muy lejano, podamos hacer las cosas sin necesidad de estar usando los números para decir “esto es mejor, bueno, fácil, complicado, avanzado o dañino”

domingo, 23 de agosto de 2009

Canibalismo y evolución

Muchas personas conocen la frase “perro come perro” casi siempre para señalar un tipo de canibalismo que se da en lo social y no de forma física, una eliminación cruel del hermano adversario; un oponente igual pero que se encuentra en situación desfavorable, herido o con la moral demasiado baja para luchar. Es en esos momentos de infortunio, en los que uno debe aprovecharse, enfriar los sentimientos y dejarse gobernar por el instinto y la satisfacción.

Esta frase no es descabellada, es infrecuente, pero tiene los pies en la tierra. Un solo perro que se alimentara de sus similares sería extraño, que varios perros hicieran lo mismo ya no lo sería tanto, pero si observamos que esta es una conducta general aunque poco observable entonces comenzaríamos a pensar que hay un motivo detrás de ella. Es común que ciertas especies de carnívoros (cánidos, félidos) omnívoros (cerdos) y roedores (ratones, hamsters, cobayos) devoran alguna de las crías de su camada, probablemente ante un defecto que la madre pueda detectar, por ser el más débil o por pertenecer a otra camada, aunque no siempre se cumplen como reglas.

El canibalismo tendría una función evolutiva relativamente pequeña al reforzar las comunidades con individuos sanos, aunque alguna cobaya dejaría crecer a su hijo tullido para que lo devore alguna serpiente o alguna gata dejaría que el más débil sea juguete de los demás gatitos. Como señalábamos al comienzo, el canibalismo no representa un verdadero salto evolutivo sino que sólo contribuye a ciertas pautas de conducta social.

Ahora bien, un salto evolutivo no se da solamente por las características o las propiedades genéticas de la comunidad: ¿Podríamos imaginar una civilización que hubiera nacido sin la ayuda del fuego? ¿Hasta dónde pudiera haber llegado una civilización que no hubiera usado la fundición de metales? El descubrimiento del fuego y la invención de la metalurgia son los hechos que marcan el inicio de la sociedad actual, estos hechos, junto a la ganadería y la agricultura dan forma a la humanidad tal como la conocemos.

Debemos acotar un punto importante, las actividades mencionadas no hubieran sido desarrolladas si el ser humano no hubiera tenido las características cerebrales necesarias, pero quizás como se relata en la película 2001: Odisea en el espacio, parece ser la asociación de hechos fortuitos la que da la ventaja al ser humano, aunque algo hay de causalidad en este fenómeno; el fuego es un elemento difícil de manipular, si el hombre tiene la capacidad para hacerlo lo más probable es que lo termine haciendo. La vivienda es un elemento difícil de perfeccionar (ya no pensemos en el humano) si existe un animal con capacidad para hacerlo, lo más probable es que lo logre. La física cuántica es un campo sumamente complejo, si existe algún ente con capacidad para manipularla, lo lógico es que lo termine haciendo.

Perfeccionar la especie para competir de manera más eficiente con el medio (próximamente hablaremos de la teoría de la Reina Roja de Leigh Van Valen) es una conducta biológicamente comprensible, en tanto que acondicionar el medio para volverle más habitable es una conducta que se adelanta al cambio biológico. La cultura elimina la competencia de la comunidad con el medio y acrecenta la competencia entre individuos. Eso no es natural.

jueves, 20 de agosto de 2009

Frustración 2.0

La ley de Moore predice que cada 18 meses aparece una nueva generación de microchips con el doble de componentes que sus predecesores. Esta ley no es infalible, existen casos en los que no basta llegar a los 18 meses sino que a los 15 días ya hay mejoras considerables respecto a la memoria y a la velocidad de acceso de los sistemas electrónicos compuestos o microchips.

Pues bien, la ley de Moore parece aplicarse (con sus altibajos, claro) a la creación de sistemas de “realidad virtual” si consideramos el nacimiento de los primeros videojuegos como un atisbo de lo que serían los medios participacivos/inmersivos de realidades no tangibles. Encontramos pues, un salto notorio o una evolución bien definida de los sistemas de realidad virtual tomando como referencia una realidad tangible: los sistemas de emulación tratan de acercarse cada vez más a experiencias reales, por así decirlo.

Comenzando por los videojuegos de Atari y los chat IRC, la industria del entretenimiento ha sido siempre eso: una industria que si bien desde hace años tiene una presencia alterna de un público minoritario, no ha terminado de desligarse de un dogma de desarrollo económico. Las sociedades alternas, o subalternas mejor dicho, que hacen gala de presencia en los mundos virtuales a menudo se asocian con conductas como la piratería, el hacking o en el peor de los casos el cracking de productos legales.

Por el otro lado, tenemos a esa ingente mayoría de personas que hacen un uso más o menos políticamente correcto de los servicios virtuales. Si mirásemos atrás un par de décadas veríamos un público consumidor de tecnología que mira con desdén a aquellos que compran productos o servicios piratas, como videojuegos, programas o cuentas copiadas. Vamos, en ese entonces se tenía consciencia del valor subjetivo de los productos tecnológicos. Lo gratis existe y puede darnos la misma satisfacción de ese valor subjetivo que algún producto del libre mercado, el problema es que las personas quieren gratis lo que normalmente suele costar dinero.

De ahí el origen de la piratería y el comienzo de una cultura de intercambio y servicios gratuitos, como las redes torrent, el software libre, el blogging o su vástago el microblogging. Ahora tenemos un campo de participación ciudadana que desciende de generaciones consumistas conscientes, una generación en la que las fronteras entre un producto y un servicio cada vez quedan más distantes. Pensemos en las posibilidades de la telefonía móvil actual, accesorios planeados para comunicarse de manera auditiva y que han dado un salto al incluir a menudo las redes GPS y WiFi conviertiendo nuestros aparatos celulares en centros multimedia.

¿Quién consume un celular con WiFi? El que lo necesita, claro. ¿Pero quién lo necesita? Esa es la cuestión, vemos aparecer equipos que superan en características a los ordenadores de hace 10 años y que van por características similares a los de hace 5. Tan sólo Palm, pionera en el mundo de las handhelds utiliza plataformas de proceso que rondan el gigahertz de potencia y con 128 o 256 megabytes de memoria de acceso aleatorio (RAM). Esto es más que suficiente para ejecutar un sistema operativo ligero como alguna distribución empequeñecida de Linux, y a propósito de ello, existen hackers experimentados que lograron montar un escritorio con KDE en un celular Nokia 5800 XpressMusic, esto sin duda nos habla del avance tecnológico al que nos hemos acercado en recientes fechas.

Productos/servicio como las computadoras de mano (léase teléfonos celulares de hoy en día) comienzan a proliferar y condiciones como la web 2.0, un conjunto de elementos y sistemas que garantizan la inclusión de hechos en el mundo real en uno virtualizado o la creación de eventos en este último, se hacen cada vez más presentes con su respectiva vulgarización/degeneración de información verdadera y la abundancia de datos aleatorios.

Nos hemos incluido en mundos virtuales sólo para decir tonterías, en pocas palabras, para hacer esto nos valemos de herramientas demasiado actuales y hemos olvidado la satisfacción que nos llegaban a producir las conductas anteriores pero análogas. Vamos, antes saltabas de la alegría cuando terminabas la misión 99 de Arkanoid e ibas corriendo a contárselo a tus amigos de la esquina, mientras que ahora utilizas una partida en línea de Halo para contar a tus amigos algún acontecimiento reciente.
Antes llamabas a tus amigos para saber cómo estaban y ahora te sorprendes porque no tiene una cuenta en Facebook, o aún peor, das por hecho que está bien y que no necesitas encontrarlo porque te mensajeas con él en el Hi5 de manera constante. Antes ibas a los cibercafés a utilizar el chat para conocer gente de tu misma zona y luego conocerlos en persona, ahora uno ya no recuerda esos nervios cuando esperabas en aquel lugar a Ale198 o a Fer_Blue para conocerlos en persona.

A todo este avasallamiento de susodichas utilidades podemos llamarle Frustración 2.0, ante la aparente inviabilidad de aprender nuevos mecanismos de comunicación o uso de los mismos y formar parte de las nuevas generaciones de tecnófilos. Pero creo que es justo reconocer que a veces otorga ciertas libertades, como exclamar que Arkanoid es mejor que Halo o que simplemente la alta definición (HD) no es tan sabrosa como pensamos, nos da la libertad de expresarnos aún sin tener esa voz cibernética o de promocionar un artículo vía Twitter.

martes, 18 de agosto de 2009

Asimov y la cientificidad

Se ha reconocido a Isaac Asimov (se pronuncia Aisak Asímof, Bielorrusia, 2/01/1920) como uno de los escritores más prolíficos de la ciencia ficción. Es considerado uno de los padres de la ficción moderna, junto a Arthur C. Clarke y Robert Heinlein, pero Asimov destaca por su labor divulgativa y una vasta obra de cuentos cortos.

Es, precisamente en la historia “No tan definitivo” que aparece en Cuentos Completos Vol. II, que Asimov retrata una curiosa parábola acerca de lo que la teoría tiene que ver con la práctica. Olvidémonos de Isaac por un momento y recordemos el slogan de las escuelas secundarias de nuestra nación y que continúan repitiendo la mayoría de las escuelas preparatorias con carreras afines al mundo de la tecnociencia: el método científico es un proceso estructurado y ordenado mediante el cual es posible llegar a una verdad mediante una serie de pasos interrelacionados que van en escala de teoría/experimentación/comprobación/ley.

Pues bien, el fallo más notorio que posee este sistema es el de la noción de “verdad” que de antemano se presenta como el producto del método científico; la verdad, o la conclusión de un proceso experimental no tiene porqué ser su fase final, sino que puede formar parte del mismo proceso, por ejemplo la corroboración del bosón de Higgs: cuando se encienda el colisionador de Hadrones, el bosón existe o no existe y punto ¿pero qué es lo que sucede? Que en el método científico tradicional no hay cabida para una sintomatología que augure cierto futuro al experimento.

En la historia “No tan definitivo” un científico intenta crear un campo de fuerza, la luna Ganímedes en la que él y su especie habitan ha sido amenazada por los habitantes de Júpiter. Dadas las condiciones químicas y a la fuerza ingente tanto de presión atmosférica como de gravedad, resulta prácticamente inviable que los joveanos abandonen su planeta. El científico de apellido Prosser ha hecho esta suposición; no pueden proteger su salida con elementos físicos como metal pues éste material sería destruido, debe existir un campo de fuerza que proteja las naves y debe contar con determinadas características.

El lema de Prosser es “la teoría ante todo” y a pesar de los cálculos matemáticos, no logra recrear un campo de fuerza estable y eficiente, después de un corto circuito en su laboratorio anuncia que un campo de fuerza es inviable y que la raza hostil no escapará nunca de Júpiter, así que Ganímedes y sus habitantes están a salvo. En otro lado del planeta, un par de transportistas se disponen a realizar un viaje a la tierra, cuentan con trajes espaciales hechos de un campo de fuerza pero éstos si son estables y además mucho más fuertes y delgados que los que Prosser había recreado. Uno de los transportistas, Tuttle, es el autor del invento, le faltaba un brazo y había perdido un ojo a causa de su experimentación, los campos de fuerza eran viables después de todo, el detalle se encontraba en la experimentación.

La moraleja de este post es, la teoría y la práctica son dos mundos paralelos, relacionados acaso con el objeto de interés, pero de mecánicas tan distintas que resulta lógico encontrar fallos al relacionar una y otra. Por ejemplo, la indeterminación, la relavitidad, la causalidad, etc. Digamos, que el corolario imperante en el mundo de la programación y de la modelización es, que todas las recreaciones (o modelos) son errónea(o)s, pero algunos son más útiles que otros en la medida en que se aproximan a la característica de nuestro interés. Seamos racionales, un modelo teórico nunca se acercará del todo a un sistema físico, en eso tiene mucha razón Asimov y otros tantos que se han atrevido a romper la línea que separa a los científicos naturales de los científicos sociales.

sábado, 20 de junio de 2009

CIVILIDAD COMO CONCEPTO BÁSICO DE CONVIVENCIA

El civismo se refiere a las pautas mínimas de comportamiento social que nos permiten vivir en sociedad. Se basa en el respeto hacia los demás, la estructura de la población y en general, del cuidado de los objetos de uso público. Al concepto están aunadas las nociones de buena educación, urbanidad y cortesía.

Podemos decir que es la capacidad de saber vivir en sociedad respetando y considerando al resto de individuos que componen el colectivo mediante normas conductuales y de educación que varían según la cultura del colectivo en cuestión. Es decir, el civismo no es único ni universal sino que sigue pautas establecidas internamente por la cultura en la que habita.

En nuestra región ciénega podemos encontrar día a día faltas a cualquier noción de lo ya mencionado aún a niveles tan generales como el uso contextualizado del lenguaje. No es por la carencia de reglas, quizás por la de neuronas, pero muchas de estas faltas tienen resultados obvios que la gente se niega a enfrentar. Casos en los que patrullas han sido rebasadas por la derecha (sin haber carril y tampoco razón para ello) mínimo interés por los espacios públicos ahora convertidos en foros de lágrimas, risas e improperios.

Civismo y civilización tienen la misma etimología: del latín cives, que quiere decir ciudadano. Como dijera el pensador José Ortega y Gasset “yo soy yo y mi circunstancia, si no la salvo a ella no me salvo yo”. Pues bien, esta circunstancia está llena de atentados contra los conceptos básicos de la convivencia en la región ciénega. Hay una dicotomía existencial entonces; uno decide que la circunstancia propia no afecta a los demás pero la circunstancia externa deteriora la propia y de paso, la moral.

Ortega y Gasset tiene razón al enunciar que los límites de la realidad son la percepción, pero ¿cómo negar que existen interrupciones sociales cuando la idiosincrasia externa no baja el volumen a su estéreo y no considera que existen otras personas alrededor? La mala educación y el desinterés por el progreso local han hecho mella en el civismo regional. Las pequeñas comunidades pueden decir que gracias a la cohesión natural de sus habitantes, la civilidad ha sido preservada.

Entonces, la civilidad en ciudades pequeñas no sufre una crisis, la civilidad externa que entra en contacto con otras dialécticas intrasociales es la que sufre impactos al no reconocer que el civismo y la educación colectiva, la etiqueta de comportamiento es algo relativo, para nada absoluto. El daño al espacio público, la invasión de la circunstancia ajena, el olvido de la gramática y la sintáctica en procesos comunicativos y sobre todo, el desinterés por la presencia de personas cercanas ya ni siquiera entran en el tema de la civilidad.

Si uno es el ser y su circunstancia, entonces habría que preguntarle al ente social-poblacional de la región ciénega de Chapala qué opina de la frase “si no la salvo a ella [la circunstancia] ella no me salva a mi” y si es merecido caer en la ignominia por el simple hecho de no ver más allá del siguiente paso.

EL PSEUDOFRACASO DE LA EDUCACION TÉCNICA

Durante el mejor día de su vida, el pesimista piensa en el mañana. Y ¡PAF! Comenzó el sueño de convertir a México en un país de servicios y manufacturas más que de productos terminados. Ahora necesitamos personas hábiles y con conocimientos útiles, de esos que llamamos técnicos y cuya definición ha sido tan rebajada que se le puede llamar del mismo modo a alguien que ni siquiera terminó la primaria pero que está dispuesto a meter las manos en donde nosotros no podemos porque quizás no sabemos cómo.

Dícese de un técnico*: Persona que posee los conocimientos especiales de una ciencia o arte. Esta definición va de la mano con: Pericia o habilidad para usar de esos procedimientos y recursos. Los técnicos entonces, son personas que tienen la pericia para el manejo de conocimientos específicos solamente, dicho en términos llanos: el técnico en refrigeración es aquel que conoce el funcionamiento de las máquinas térmicas aunque la biografía de Sadi Carnot o el Conde de Mumford no estén en su esfera de conocimientos.

Tanto desde el sistema educativo como desde su entorno social, es común ver a la formación técnica como una segunda opción, recomendable sólo a aquellos alumnos que no tienen bastante capacidad académica para hacer el bachillerato. Esta actitud es errónea, y nos ha llevado a una situación de debilidad del mercado laboral por falta de profesionales calificados que puedan garantizar un sistema productivo de calidad. En lugar de eso, los técnicos han logrado una suerte de mercado de PYMES a nivel comunidad. O mejor dicho, a nivel calle.

La formación técnica no ha fracasado, en lugar de eso, ha creado personas con consciencia social, con los pies en la tierra y seguros de que su trabajo no les ayudará con mucho en un futuro brillante. Personas conscientes de las deficiencias educativas de sus planteles y que se gradúan pensando “lo que quiero que me salga bien, es mi vida” sin antes ponerse a pensar que lo que les debe salir bien es el trabajo y que la excelencia no es la meta, sino algo que debe incluirse en cada trabajo y en medidas cada vez mayores.

Planteles educativos como el CBTIS, CONALEP, CETIS, CECYTEM, CECATI y similares, que abundan en nuestro estado**, deberían preocuparse más por la formación de sus futuros graduados, no fomentar la cultura de servicio y autoempleo como única salida, se deben buscar maneras más eficientes de actualización: el inglés y la computación no son sino alicientes para un estancamiento que se veía venir desde hace 30 años. Décadas en las que México, aún siendo país puntero en cuanto a desarrollo y solidez económica, optó por la tecnificación masiva de la población. Una cosa es masificación y otra es vulgarización, la educación técnica tenía miras a los primero, pero terminó cayendo en lo segundo.


* Según el diccionario en línea de la Real Academia Española (www.rae.es)
** Con un total de 70 planteles de bachilleratos técnicos y un total de 34,913 inscritos. Fuente; http://educacion.michoacan.gob.mx/images/docs/Concentrado.xls

BELIGERANCIA Y OPORTUNIDADES DE CRECIMIENTO

La región de la Ciénega de Chapala ha sido testigo de episodios importantes para la vida histórica de nuestra nación, desde las batallas por la isla de Mezcala hasta la quema de haciendas y saqueos en la revolución. ¿De dónde venía la polvora empleada? ¿Quién fundió las balas y torneó los cañones que eventualmente azotaron los muros que resguardaban a uno u otro bando?

La beligerancia es un gran defecto de la humanidad, a pesar de que en todos los animales está implícito el gen de la violencia, es en el humano en donde se hace más absurda y por razones menos tangibles. Los rinocerontes traban sus cuernos con el fin de reproducirse, los jabalíes enfrentan sus morros y colmillos bajo la excusa de ganar territorio, los ciervos azotan sus astas con el fin de convertirse en los líderes de la manada.

La beligerancia humana es una parodia de la suma de estas actividades: se pelea por ganar territorio político, con el fin de reproducir su ideología y eventualmente convertirse en dirigentes, líderes de nuestra nación. Nuestras astas y cuernos son la pólvora y el metal. El humano también posee gritos de batalla y ceremonias preparativas que ahuyentan el miedo al dolor.

Un buen soldado no va a la guerra sin fusil. En los tiempos pre-independentistas, la región Ciénega tenía los recursos tecnológicos para producir alimentos suficientes y convertirse en principal productor a nivel nación. Pero llegan los conflictos y los suministros deben parar en manos y bocas de soldados. En los tiempos pre-revolucionarios, la región ciénega habia repuntado tecnológicamente de nuevo: molinos, polvorines, fábricas y manufactureras poblaban el horizonte de la laguna. Hasta un barco de vapor que cruzaba el lago llevando gente del estado de Jalisco a los pueblitos de Michoacán.

Llega la revolución y los excesos terminan recalando en el avance comunitario, a casi cien años de estos eventos la región ciénega ya no tiene posiciones sino oportunidades, comenzando por los beneficios que le traería el hacer planes para evitar desastres lacustres (léase Patzcuaro) y no hacer caso a las políticas beligerantes, ahora libradas con propaganda y altavoces, que harían perder al lago de Chapala y sus alrededores no sólo la capacidad de producir industria puntera, sino la capacidad de sostener a su misma población.

No todos los tiempos pasados fueron mejores, y si hace cien años la ciénega era un lugar avanzado, era porque hace cien años la situación no era como hoy la conocemos. Las oportunidades llegan, el resto se construye, y no siempre es atinado decir que las cosas sucederán siempre de la misma manera, han pasado ya 200 y 100 años de las desolaciones regionales y aún no es tiempo que se deja de argumentar y discutir acerca de cómo se reconstruirá la región.

viernes, 1 de mayo de 2009

Historia ¿para qué?

El diccionario en línea de la Real Academia Española, define utilidad como “cualidad de útil; que puede servir y que se puede aprovechar, que trae fruto, comodidad o interés”. La interrogante titular nos asalta ¿que utilidad tiene la Historia? Y si nuestra respuesta es la de que engrandece el espíritu y esclarece sucesos que se viven a día de hoy, que puede establecer cánones para la conducta humana y que es la musa relatora de una hipotética alma colectiva, entonces estaremos evadiendo responder a la interrogación.

La historia es útil, claro está, pero no debemos confundir utilidad con pragmatismo. Al igual que el Arte, la Historia es útil en y para sí misma; en primera instancia para su legimitación ya que la historia se escribe desde afuera y tiene la mala costumbre de pisotear sus huellas convirtiendo a éstas en un grupo desfigurado de tierra removida más que en un sendero claro de “avance” o “retroceso”. La primer utilidad de la historia es, entonces, el esclarecer la dirección de sus estudios. Semióticamente hablando, esto puede ser un completo riesgo, ya que la historia al dictaminarse de manera sincrónica es artífice de un status quo tan falible como presente, y al describirse de manera diacrónica, fortalece una identidad estéril y claramente viciable.

¿Que sería una Historia provechosa a sabiendas de esto último? Que quede claro que la Historia no es un festín del cual deban regodearse a manera de tributo los incurables tiranos, los reyes y los pérfidos, eso más bien es trabajo de la historiografía, el hacer de carne de cañón para la conveniencia de crear una guía para la conducta.

El discurso de la Historia no debe limitarse al campo del conocimiento, sino que debe de propiciar el debate social sin equiparar su validez ideológica a su contenido teórico: la Historia no es solamente los datos de cierta especie conocidos por el receptor, el lado oscuro de la Historia es fomento para la imaginación y por lo tanto, no se debe incurrir en la confusión que se hace entre la parte ideológica y su valor descriptivo. Baste con recordar en lo que se ha convertido el paradigma marxista para saber a lo que nos referimos.

La labor historiográfica es confundida con el propósito de la Historia, el explicar el presente a partir del pasado es mas bien una obsesión de los estudiosos quienes desean la concatenación de sucesos presentes con sucesos sabidos. La Historia nos ofrece la posibilidad de comprender el presente, pero no lo explica en su totalidad y no lo encadena a sucesos pasados, como dos estanques comunicados por un frágil arroyo; uno y otro son objetos distintos no dependientes el uno del otro.

Pensemos por un momento, la Historia posibilita la comprensión del presente y explica hasta cierto punto el origen del estado actual de las cosas, pero no quiere decir esto que lo dicte, sino que una vez trascendida la obsesión por los orígenes debemos entablar una dialéctica entre los dos propósitos ya mencionados; la legitimación propia y la capacidad de comprensión, pero que quede advertido que estas dos magnitudes no son proporcionales en sentido (quizás moral) y tampoco surgen de un mismo núcleo, como las dos astas en la cabeza de un ciervo.

Un trabajo conjunto entre ramas historiográficas dedicadas a la legitimación (el INAH, por ejemplo) y otras no tan historicistas pero con una labor encausada a la capacidad de comprensión histórica, arrojarían sin duda resultados pedagógicos invaluables para nuestra consciencia mexicana que ha estado lacerada por casi 400 años y se ha subyugado al error del antiguo historicismo del viejo mundo; describir a la historia magistra vitae como la Historia unívoca alimentada por hazañas de héroes y una tradición oral formalizada. Conducta legada, sin duda, de los tiempos añejos del mediterráneo en que se alimentaba a la población con fábulas y leyendas explicativas acerca del mundo que se le rodea.

¿Para qué nos sirve la Historia, entonces? La historia sirve para sí misma, no para nosotros ni para nuestras ambiciones. Como el arte es útil, pero no en un sentido pragmático. Tiene dos ejes de funcionalidad, pero el fruto de la historia no debe verse como extrínseco a su proceso de maduración, sino como un objeto que tarde o temprano será devorado por el ente que lo gestó.

viernes, 17 de abril de 2009

LA ANTROPOLOGÍA SOCIAL EN MICHOACÁN

Aunque el título oficial de esta organización sea Sociedad Michoacana de Historia, Arqueología y Geografía A.C.(SMHAGAC) , la labor descriptiva que hacen del rubro histórico social en la región ha arrojado frutos que si bien no son conocidos por la totalidad de la población, a varias mentes curiosas les parecerá de indudable importancia lo que esta organización hace por la historia del estado.

La SMHAGAC funciona mediante colaboradores, cronistas que se encargan no sólo de retratar la vida cotidiana de sus comunidades, sino de indagar en la historia local reciente y compartir información para así construir una imagen fiel de la historia general del estado. El presidente de la SMHAGAC, es el paisano Mtro. Francisco Gabriel Montes, cabe mencionar que la asociación cuenta ya con 50 cronistas, número que poco a poco va en aumento debido a la relación que mantiene la SMHAGAC con instituciones en contacto con la materia.

La labor historiográfica en esta región del estado puede parecer poca al principio, pero es debido a la falta de difusión que la misma ha tenido. Esto es un problema general de la historiografía, la crónica de lo ya pasado en comparación con el presente, no es una labor decididamente fácil y tampoco basta con revisar los documentos antiguos.

Como dijimos, es una labor de contraste; los tiempos modernos son ágiles y comunicables, la historia tiene que luchar por dejar de ser un objeto apreciable detrás de una vitrina. La SMHAGAC ha hecho esfuerzos por dejar atrás este obstáculo, utilizando herramientas actuales para una labor más fiel. La asociación se sirve medios como la digitalización, el posicionamiento global, las herramientas de comunicaciones y aparatos especializados en medición y búsqueda para confirmar sus hallazgos, aunque claro, las máquinas no hacen todo el trabajo, el ingenio y pericia de los representantes está detrás de todo descubrimiento.

Uno de los problemas a los que se puede llegar con esto, es cuando la información obtenida contraviene lo que es popularmente aceptado, es decir, siempre se tiene el riesgo de producir información que ponga en evidencia diversos sistemas y datos que hayan sido tomados como ciertos. La actitud de tratar de descubrir las cosas tal y como fueron, conlleva el riesgo de caer en lo que se critica con tal labor; creer que hay un sólo sentido de verdad o que las cosas no pudieran observarse desde diferentes criterios.

Pero claro, es justo dejar la labor de descubrimientos a los especialistas en la materia, del público receptor depende si los datos arrojados parecen formar parte de una realidad social de la que es imposible escapar. Muchas veces la realidad supera a la ficción e inclusive las proposiciones más extrañas tienen una capacidad explicativa que es vital en nuestros tiempos.

La labor historiográfica en Michoacán, entonces, debe reconocer que aún tiene camino por andar y cosas que aprender, en tanto no se caiga en errores institucionales y vicios burocráticos. Un pensador dijo hace tiempo “cualquier teoría es gris y el árbol de la vida es verde” señalando al contraste entre escuchar el dato y vivir la experiencia. La SMHAGAC tiene una oportunidad para hacer una gran labor a nivel estatal para reforzar nuestra identidad como mexicanos.