viernes, 12 de junio de 2009

EL GRITO DE INDEPENDENCIA EN JIQUILPAN: UN CONCURSO ENTRE BARRIOS
1ª parte.

El 15 de septiembre se celebra todos los años en Jiquilpan, como en todo el país, el aniversario de “nuestra independencia”. Lo característico, o lo que hace distinta la manera de celebrar en Jiquilpan es que se realiza un concurso entre algunas calles de la ciudad para ver cuál es la mejor adornada.
Durante la noche del 14 de septiembre comienzan los preparativos con la colocación de las banderas. Por lo regular cada familia coloca una gran bandera nacional en la parte más visible de su casa, que regularmente suele ser el balcón; además, cuando hay dinero, ponen otras banderas más pequeñas en las ventanas inferiores, en las azoteas y en los vehículos.

Esa misma noche colocan hileras tras hileras de pequeñas banderitas hechas de papel picado de diversas formas y diseños. Son pequeños rectángulos de colores verde, blanco y rojo alternados en ese orden sostenidos por un hilo o alambre que se coloca transversal a lo largo de toda la calle; es decir, un extremo se amarra al balcón de alguna casa y el otro se amarra en el balcón de los vecinos de enfrente. Se colocan tantas hileras de papel picado como casas hay en una calle. Esto, comentan los informantes, es requisito indispensable para participar en el concurso y puede ser motivo de descalificación.
A la mañana siguiente se retiran todos los coches de las calles participantes. Las calles de Jiquilpan, sobre todo en el centro de la ciudad, son tan estrechas que sólo puede circular un auto en un sentido. En muchas de ellas para estacionarse hay que subirse a la banqueta literalmente. Cuando las calles son despejadas, el espectáculo es similar al que ofrecen los callejones de Guanajuato durante el festival cervantino (toda proporción guardada). La estrechez de las calles produce un efecto muy particular que da la sensación de calidez y confianza típica de las personas del lugar.
Una vez que los coches son retirados, cada familia esparce aserrín en el frente de su casa y hasta la mitad de la calle. Para cuando terminan, el efecto es como de un viejo establo o algo similar porque toda la calle, incluidas las banquetas, queda cubierta por el aserrín. Algunos vecinos aseguran que es mejor usar virutas de madera porque eso proporciona una capa más uniforme y duradera y le da un mejor aspecto a su vecindario.
Una vez que todo el suelo está cubierto, cada familia coloca frente a su casa una mesa grande, sillas y adornos específicos. Es tradición que la mesa sea decorada con manteles bordados (si se dispone del tiempo y el dinero para hacerlos o comprarlos) con motivos tales como flores, sandías, magueyes, etc. en general se usan los colores de la bandera para decorar los manteles. Las sillas suelen ser de mimbre o de madera. Entre más rústico y acabado se vea el mobiliario, me explicaron, es mejor. La mayoría coloca cuadros que representan personajes o acontecimientos relacionados con la independencia de México. Algunos colocan reproducciones de Josefa Ortiz de Domínguez, José María Morelos, el cura Hidalgo, etc.; o colocan escenas conmemorativas como el grito de Dolores, los niños ahorcados, la ejecución de Morelos, etc. También se coloca una campana de latón de regular tamaño (cuando el bolsillo alcanza) o en su defecto, pequeñas campanas decorativas. Algunos colocan pencas de maguey (reales o de plástico), nopales con tunas y espinas, cactus, enormes sombreros de ala, ruedas de molino antiguas (o con la apariencia de serlo) y otros objetos que en general dan la atmósfera campirana del México de hace doscientos años y por la cual nos siguen identificando los extranjeros en general. Un detalle muy característico a este respecto es que muchos colocan un muñeco recargado en la pared de la casa con la típica postura del cliché mexicano: es una camisa de manta y manga larga rellena con trapos, un pantalón a rayas verticales del tiempo de las haciendas también relleno de trapos para dar el aspecto de una persona. Se coloca sentado y recargado en la pared y se le pone un sombrero de ala (entre más grande mejor) a manera que parezca que está dormido de borracho, pues en donde va la mano se le coloca una botella de aguardiente, charanda o mezcal de acuerdo al gusto de la familia. Según lo explica uno de los informantes, este personaje representa al jornalero, al hombre de campo que después de la dura jornada bajo el sol regresa a casa para “refrescar el gaznate” y termina durmiendo la borrachera en la puerta porque ya no puede ni levantarse para entrar a dormir en su petate.

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