lunes, 29 de junio de 2009

La undécima musa

Pita Amor, de nombre completo Guadalupe Teresa Amor Schmidtlein, también conocida como la Undécima Musa, fue una poetisa mexicana nacida en el año de 1918. Su vida y obra, peculiares en muchos sentidos, han contribuido a crear una mitología alrededor de su persona, trascendiendo las barreras del tiempo hasta el punto de equipararla con otra escritora inolvidable: Sor Juana Inés de la Cruz.

Nacida en el seno de una familia aristócrata venida a menos por el colapso económico que trajo consigo la revolución. Hija de don Emmanuel Amor Subervielle y doña Carolina Schmidtlein García Teruel. Desde pequeña comenzaron a llamarla Pita, pues nunca manifestó gusto alguno por sus nombres de pila.

Encarnó el ideal romántico de la mujer contemporánea: insumisa, decidida, ambiciosa, indomable, altanera e inteligente. En su juventud y debido a su incomparable belleza, fue musa de poetas y modelo de pintores, tales como Diego Rivera, Raúl Anguiano, Juan Soriano, Roberto Montegro, entre otros. Fueron éstos acercamientos con la vida intelectual y cultural del país lo que despertó en ella la afición por las letras, la cual se manifestaría en forma definitiva algunos años después, contando con la aceptación y popularidad entre los círculos literarios nacionales y extranjeros.

Su obra, en la que encontramos resonancias que la ligan directamente a los clásicos de la literatura como Quevedo, Góngora y Sor Juana, hizo las delicias de los intelectuales de la época, al punto de ser elogiada por el filósofo Jean-Paul Sartre, quien encontró en la joven escritora una voz inconfundible en la que se manifestaban con un trato complejo y sencillo a la vez, las preocupaciones existencialistas que se encontraban en boga por aquellos años.

Nuestra relación con Dios, con la nada y con la muerte son algunas de las constantes en su poesía, expuestas mediante un rigor formal que las dota de una vitalidad no exenta de ironía e indiferencia. Algunas de sus publicaciones más importantes son: Puerta obstinada (1947); Círculo de angustia (1948); Polvo (1949); Décimas a Dios (1953); Sirviéndole a Dios, de hoguera (1958); Soy dueña del universo (1984). Además del poema dedicado a Gabriel Mistral, Yo soy mi casa (1946).

En su turbulenta vida personal experimentó de un mismo modo la aceptación y el rechazo, la admiración y la soledad. Ególatra, se hizo llamar la Diosa mientras gozó de notoriedad literaria. Nunca permaneció fiel a un hombre aunque tuvo un hijo que murió trágicamente cuando apenas contaba con un año y meses. Cayó en una profunda depresión y se retiró de la vida social por algunos años; cuando reapareció ya nada quedaba de aquella mujer bella y altanera. Murió en el año 2000 a los 81 años de edad; sin embargo su obra, como la buena literatura, permanece vigente. A continuación se insertan algunos de sus versos.

Shakespeare me llamó genial
Lópe de Vega infinita
Calderón, bruja maldita
Y Fray Luis la episcopal;
Quevedo, grande inmortal
Y Góngora la contrita.
Sor Juana, monja inaudita
y Bécquer la mayoral.
Rubén Darío, la hemorragia;
La hechicera de la magia.
Machado, la alucinante.
Villaurrutia, enajenante
García Lorca, la grandiosa.
¡Y yo me llamé la Diosa!

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