martes, 18 de agosto de 2009

Asimov y la cientificidad

Se ha reconocido a Isaac Asimov (se pronuncia Aisak Asímof, Bielorrusia, 2/01/1920) como uno de los escritores más prolíficos de la ciencia ficción. Es considerado uno de los padres de la ficción moderna, junto a Arthur C. Clarke y Robert Heinlein, pero Asimov destaca por su labor divulgativa y una vasta obra de cuentos cortos.

Es, precisamente en la historia “No tan definitivo” que aparece en Cuentos Completos Vol. II, que Asimov retrata una curiosa parábola acerca de lo que la teoría tiene que ver con la práctica. Olvidémonos de Isaac por un momento y recordemos el slogan de las escuelas secundarias de nuestra nación y que continúan repitiendo la mayoría de las escuelas preparatorias con carreras afines al mundo de la tecnociencia: el método científico es un proceso estructurado y ordenado mediante el cual es posible llegar a una verdad mediante una serie de pasos interrelacionados que van en escala de teoría/experimentación/comprobación/ley.

Pues bien, el fallo más notorio que posee este sistema es el de la noción de “verdad” que de antemano se presenta como el producto del método científico; la verdad, o la conclusión de un proceso experimental no tiene porqué ser su fase final, sino que puede formar parte del mismo proceso, por ejemplo la corroboración del bosón de Higgs: cuando se encienda el colisionador de Hadrones, el bosón existe o no existe y punto ¿pero qué es lo que sucede? Que en el método científico tradicional no hay cabida para una sintomatología que augure cierto futuro al experimento.

En la historia “No tan definitivo” un científico intenta crear un campo de fuerza, la luna Ganímedes en la que él y su especie habitan ha sido amenazada por los habitantes de Júpiter. Dadas las condiciones químicas y a la fuerza ingente tanto de presión atmosférica como de gravedad, resulta prácticamente inviable que los joveanos abandonen su planeta. El científico de apellido Prosser ha hecho esta suposición; no pueden proteger su salida con elementos físicos como metal pues éste material sería destruido, debe existir un campo de fuerza que proteja las naves y debe contar con determinadas características.

El lema de Prosser es “la teoría ante todo” y a pesar de los cálculos matemáticos, no logra recrear un campo de fuerza estable y eficiente, después de un corto circuito en su laboratorio anuncia que un campo de fuerza es inviable y que la raza hostil no escapará nunca de Júpiter, así que Ganímedes y sus habitantes están a salvo. En otro lado del planeta, un par de transportistas se disponen a realizar un viaje a la tierra, cuentan con trajes espaciales hechos de un campo de fuerza pero éstos si son estables y además mucho más fuertes y delgados que los que Prosser había recreado. Uno de los transportistas, Tuttle, es el autor del invento, le faltaba un brazo y había perdido un ojo a causa de su experimentación, los campos de fuerza eran viables después de todo, el detalle se encontraba en la experimentación.

La moraleja de este post es, la teoría y la práctica son dos mundos paralelos, relacionados acaso con el objeto de interés, pero de mecánicas tan distintas que resulta lógico encontrar fallos al relacionar una y otra. Por ejemplo, la indeterminación, la relavitidad, la causalidad, etc. Digamos, que el corolario imperante en el mundo de la programación y de la modelización es, que todas las recreaciones (o modelos) son errónea(o)s, pero algunos son más útiles que otros en la medida en que se aproximan a la característica de nuestro interés. Seamos racionales, un modelo teórico nunca se acercará del todo a un sistema físico, en eso tiene mucha razón Asimov y otros tantos que se han atrevido a romper la línea que separa a los científicos naturales de los científicos sociales.

1 comentario:

  1. Gracias por el post estaba leyendo el cuento la anterior semana y claro me quedé en cómo pudieron hacerlo si el teórico dijo que no. Magnifica interpretación no había reparado en ella pero es precisa. Aunque entré tratando de encontrar si alguien había corroborado los datos químicos del cuento

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