domingo, 10 de mayo de 2009

EL AUTOEMPLEO: ¿ÚLTIMO RECURSO GUBERNAMENTAL?


En el artículo anterior (ver Flexibilidad laboral en Sahuayo) revisamos de un modo general las influencias adversas del neoliberalismo en la región desde el punto de vista individual (el trabajador). ¿Qué podemos decir de las pequeñas y medianas empresas locales? En esta ocasión utilizaremos otro concepto eje (el de “autoempleo”) para cotejarlo con los datos proporcionados por Javier Maciel Soto, Jefe del departamento de Promoción Económica de la presidencia de Sahuayo.
El autoempleo es un concepto neoliberal propuesto como alternativa para contrarrestar las elevadas tasas de desempleo en el país. Dado que las grandes transnacionales acaparan el mercado interno, la oferta de trabajo se reduce drásticamente, no sólo porque quiebran cientos de empresas nacionales incapaces de competir en igualdad de condiciones, sino porque las mismas corporaciones suelen contratar el personal mínimo necesario para operar en México, además de que en cualquier momento de crisis realizan despidos masivos indiscriminadamente debido a sus políticas utilitarias.
En ese sentido, el autoempleo viene a ser la única opción viable para quienes tienen pocas posibilidades en el mercado laboral. Abrir un pequeño negocio, sin embargo, requiere de una inversión inicial, asesoría y apoyos profesionalizados para que den como resultado una fuente efectiva de trabajo.
En Sahuayo existe el programa SIFINANCIA, promovido por el gobierno estatal y municipal, que se encarga de otorgar financiamiento y asesoría a pequeñas y medianas empresas desde hace diez meses. ¿Qué tan efectivo ha sido?
Según cifras de la presidencia sahuayense, se han otorgado hasta el momento 40 créditos por un monto de 1,500,000 pesos con fondos provenientes del PRODEM (que es un fondo estatal y municipal para el desarrollo económico de Michoacán) y de la federación. La mayor parte de ese dinero ha sido destinada a negocios ya establecidos que han necesitado expandirse, como fábricas de huarache, cremerías, abarroteras y restaurantes.
El encargado de Promoción Económica indicó que el reducido número de créditos se debe principalmente a la falta de veracidad en los solicitantes de financiamiento, así como su persistente cultura del soborno. No siempre los que más necesitan los créditos son quienes los obtienen.
Aquéllos que no tienen trabajo ni una pequeña empresa, a nombre de la cual poder solicitar un crédito, han tenido que cifrar sus esperanzas en el Servicio Nacional de Empleo (SNE) que el año pasado entregó 60 becas de trabajo, consistentes en una estancia de cuarenta y cinco días en una empresa con el fin de aprender lo necesario para iniciar un negocio propio. El gobierno municipal subsidió los salarios de los participantes mientras que los empresarios colaboraron con la capacitación. Veinte becarios, sin embargo, realizaron su estancia a fin de quedarse a trabajar en la empresa que les tocó. Sólo 6 lograron obtener el empleo. Según nuestra fuente, esto sucedió porque muchos no lograron el desempeño deseado por los patrones.
Los otros cuarenta becarios establecieron sus propios negocios pero la presidencia municipal no ha llevado a cabo un seguimiento fiel de sus resultados y no sabemos cuantos de ellos aún continúan con su proyecto ni cuantos han quebrado.
Si bien es cierto que estos programas gubernamentales han dado cierto alivio a los problemas económicos locales suscitados por la crisis actual, no son significativos. Los sectores más vulnerables de la sociedad (es decir, la mayoría) no tienen conocimiento de, ni acceso a, ellos. Existen múltiples pequeños empresarios que no alcanzan a obtener esos recursos, y menos aún créditos bancarios, lo que los deja a merced del azar.
El autoempleo, finalmente, debido a la gran cantidad de obstáculos que tiene que afrontar, como la competencia transnacional por ejemplo, resulta en una solución para muy pocos y, en el mejor de los casos, un medio de sobrevivencia más que de prosperidad.

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