Pita Amor, de nombre completo Guadalupe Teresa Amor Schmidtlein, también conocida como la Undécima Musa, fue una poetisa mexicana nacida en el año de 1918. Su vida y obra, peculiares en muchos sentidos, han contribuido a crear una mitología alrededor de su persona, trascendiendo las barreras del tiempo hasta el punto de equipararla con otra escritora inolvidable: Sor Juana Inés de la Cruz.
Nacida en el seno de una familia aristócrata venida a menos por el colapso económico que trajo consigo la revolución. Hija de don Emmanuel Amor Subervielle y doña Carolina Schmidtlein García Teruel. Desde pequeña comenzaron a llamarla Pita, pues nunca manifestó gusto alguno por sus nombres de pila.
Encarnó el ideal romántico de la mujer contemporánea: insumisa, decidida, ambiciosa, indomable, altanera e inteligente. En su juventud y debido a su incomparable belleza, fue musa de poetas y modelo de pintores, tales como Diego Rivera, Raúl Anguiano, Juan Soriano, Roberto Montegro, entre otros. Fueron éstos acercamientos con la vida intelectual y cultural del país lo que despertó en ella la afición por las letras, la cual se manifestaría en forma definitiva algunos años después, contando con la aceptación y popularidad entre los círculos literarios nacionales y extranjeros.
Su obra, en la que encontramos resonancias que la ligan directamente a los clásicos de la literatura como Quevedo, Góngora y Sor Juana, hizo las delicias de los intelectuales de la época, al punto de ser elogiada por el filósofo Jean-Paul Sartre, quien encontró en la joven escritora una voz inconfundible en la que se manifestaban con un trato complejo y sencillo a la vez, las preocupaciones existencialistas que se encontraban en boga por aquellos años.
Nuestra relación con Dios, con la nada y con la muerte son algunas de las constantes en su poesía, expuestas mediante un rigor formal que las dota de una vitalidad no exenta de ironía e indiferencia. Algunas de sus publicaciones más importantes son: Puerta obstinada (1947); Círculo de angustia (1948); Polvo (1949); Décimas a Dios (1953); Sirviéndole a Dios, de hoguera (1958); Soy dueña del universo (1984). Además del poema dedicado a Gabriel Mistral, Yo soy mi casa (1946).
En su turbulenta vida personal experimentó de un mismo modo la aceptación y el rechazo, la admiración y la soledad. Ególatra, se hizo llamar la Diosa mientras gozó de notoriedad literaria. Nunca permaneció fiel a un hombre aunque tuvo un hijo que murió trágicamente cuando apenas contaba con un año y meses. Cayó en una profunda depresión y se retiró de la vida social por algunos años; cuando reapareció ya nada quedaba de aquella mujer bella y altanera. Murió en el año 2000 a los 81 años de edad; sin embargo su obra, como la buena literatura, permanece vigente. A continuación se insertan algunos de sus versos.
Shakespeare me llamó genial
Lópe de Vega infinita
Calderón, bruja maldita
Y Fray Luis la episcopal;
Quevedo, grande inmortal
Y Góngora la contrita.
Sor Juana, monja inaudita
y Bécquer la mayoral.
Rubén Darío, la hemorragia;
La hechicera de la magia.
Machado, la alucinante.
Villaurrutia, enajenante
García Lorca, la grandiosa.
¡Y yo me llamé la Diosa!
lunes, 29 de junio de 2009
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